martes, 12 de febrero de 2013

Confesiones



La Virgen.  Gustav Klimt
               Uno de los momentos que más disfruto  de los encuentros con mis amigas son las conversaciones de sexo. Entre otras cosas porque la risa está asegurada. Por descontado. Hace un par de días quedamos para cenar y tomar algo. Después de un par de botellas de vino –salvo alguna que le da más a la Sidra-, los chupitos imprescindibles para digerir la cena, y algún mojito que otro, la conversación empezó a pasar de interesante a hilarante. Mi amiga P. tuvo mucho que ver  al contarnos cómo su chico se vuelve loco cuando ella le hace el Makelele.
-Tía pero ¿Qué me estás contando?- le pregunté yo sin poder reprimir una carcajada. –Makelele jugaba en el Madrid.
Y no, no busquéis en Wikipedia a ver si sale algo más: el único resultado que he encontrado es la biografía del ex futbolista francés. Resulta que la técnica consiste en sentarse encima de tu pareja y moverse de todas las formas  posibles con mucha rapidez y brusquedad, incluyendo algún cambio de dirección inesperado, hasta que se consigue su éxtasis total. Algo que, por lo que nos contó, está garantizado en muy poco tiempo.
Del Makelele y sus diferentes versiones pasamos a  los juguetes sexuales y a comentar el partido o poco partido que le hemos sacado a  todos los artilugios adquiridos en nuestra última reunión de tuppersex. La palma se la lleva L. que tiene aún a  su “Paco”   – un consolador negro de tamaño descomunal –sin estrenar, recluido en el último cajón de su armario. -Eso sí- nos dice levantando la mano y cerrando los ojos mientras coge aire  - la crema esa de frío y calor que te untas en la “pepitiña” sí que me la pongo. Me la dio V porque no la usaba.
Más risas. Y como no, enseguida aparece la estrella de todas las conversaciones eróticas que se precien. El sexo oral.
-A mí no te creas que me hace mucha gracia cuando me lo hacen-dijo D. Todas la miramos con los ojos como platos.
-¿Queeeeee diiiiices D?- exclamó L. Si cuando bajan al pilón  es lo mejor que hay.  Eso es porque eres más vaginiana que clitoriana.
-Será eso tía. El caso es que a mí sí me gusta hacérselo- contestó D.-  Pero yo necesito penetración. Si no, no llego.
-Pues yo lo paso fatal cuando toca Karaoke - confesó J.
-¿Y eso?- le pregunté yo, intrigada.
-Porque aguanto muy poco. Se ve que tengo la mandíbula como desencajada o algo y me canso enseguida.
Cuando nos recuperamos del ataque de risa colectivo y el flato nos dejó volver a hablar abrimos un debate sobre los tipos de orgasmos que hay y P se quedó boquiabierta con la capacidad de llegar al clímax de N, que nos contó cómo ella normalmente no bajaba  de los 4. También descubrimos que a pesar de ser multiorgásmica, el  69 no le pone nada. Momento, eso sí, de alivio colectivo, porque ahí  hubo consenso. Algo que no acabo de entender dada la capacidad innata que tenemos las mujeres para hacer dos cosas a la vez.
-Yo es que no puedo de verdad- dijo N moviendo la cabeza de un lado a otro. - Si hay que hacerlo pues lo hago, porque a él le pone malo, pero es que no hay manera, no me centro ni en una cosa ni en la otra.
Salimos del pub irlandés donde estábamos ya camino a casa renovadas de tanto reír. Fue una noche para recordar. La verdad es que cuando estamos juntas  hablamos prácticamente de todo. Pero  casi siempre las conversaciones acaban siendo de sexo de alguna u otra forma. A lo mejor resulta que las teorías de  Freud eran ciertas y todo tiene una motivación sexual.  A lo mejor simplemente tenemos las hormonas muy alteradas. En cualquier caso es una lástima que Makelele ya no esté en activo .O no. 

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