Hace un par de meses un amigo me recomendó que viera
Homeland.
-¿De qué va? -le pregunté con un poco de corte por no
haber oído hablar de ella.
-Tú la ves, y luego ya si eso me dices si te mola;
mejor no te cuento nada- me soltó tan pancho, dejándome con más curiosidad aún.
Y hasta hoy. La primera y la segunda temporada del
tirón. Noche que he tenido libre, noche que han caído dos o, alguna vez, tres
capítulos seguidos. Tampoco es plan de pasar la noche en vela por aquello de
las responsabilidades familiares y laborales.
Brutal. Me ha parecido sencillamente brutal.
Mira que venía de ver el final de la tercera temporada de Boardwalk Empire, que me había dejado una sensación de vacío. Como cuando terminas un libro que te
marca mucho y esperas unos días para empezar el siguiente. Por respeto al que
acabas de terminar. Manías que tiene
una.
Su verdadero mérito es atreverse a enseñar al
público estadounidense -y por extensión al resto del público occidental- las miserias de “la guerra contra el
terrorismo” que comenzó hace más de una década con el atentado de las torres
gemelas.
Vale, sí, lo hace bajo la capa de protección de una
supuesta ficción. Pero ¿acaso alguien duda que la CIA o el Pentágono hayan ordenado ataques (sean o
no con “drones”) a sabiendas de que iban a causar bajas civiles? ¿Qué diferencia
hay entre las víctimas inocentes causadas por un terrorista en un tren de
Madrid y los niños que mueren en una madraza bombardeada?
Hay que echarle
valor para poner a la misma altura moral a la cúpula de la CIA y a la de Al
Qaeda. Por muy serie de “ficción” que sea, hay que atreverse a retratar al jefe
del espionaje yankee como un
personaje que no duda en sacrificar niños si así consigue cargarse al Bin Laden
de turno. Si encima el individuo acaba convirtiéndose en uno de los candidatos
con más tirón para ocupar la Casa Blanca, apaga y vámonos.
Por si todo esto
fuera poco, su sucesor es capaz de planificar un asesinato con tal de que no se
sepa y el caso le salpique a él. De paso si a alguien de los suyos se le ocurre intentar impedirlo
se le quita de en medio. Así, sin más.
Homeland
nos muestra una guerra contra el terror
en la que no hay un bando bueno, sino dos bandos malos dispuestos a
sacrificar inocentes en aras de derrotar al enemigo.
Si además de reflejar sin tapujos la guerra sucia
con la que Occidente ha traicionado los principios que dice defender, los
creadores consiguen que no pestañees y
que te quedes sin uñas de la emoción, el resultado es una serie -creo que ya lo
he dicho- sencillamente brutal.
Recordad que de momento los vídeos solo se pueden ver en PC; espero poder solucionarlo pronto
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo en todo... contando los dias para ver como continua... enganchada total he quedado.
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