Hace ya algunos meses empecé a escribir sobre la
tormenta que había provocado el Cáncer al entrar en mi vida de golpe. Sin
intención de publicar nada, por aquello de que me gusta compartir más lo bueno
que lo malo. Ponerlo en el blog suponía exponerme demasiado y quizás por
timidez o por pudor, o quién sabe si por las dos razones, cree un alter ego y
fui colgando lo que escribía en una
web de relatos.
Que salieran
ahí y no en Mujer Imantada era quizás un acto de cobardía, una forma de protegerme: lo contaba,
pero en voz muy baja, de forma anónima que es más fácil. Tuve muchas dudas al
respecto. No por si a los demás les parecía bien o no; eso, sinceramente, nunca
ha sido una razón de peso para tomar o no una decisión en mi vida. Lo que no
tenía tan claro era cómo me iba sentir yo al “desnudar” mi mente y mis sentimientos delante de todos. Así que probé: fui
compartiendo algunos relatos de los que subía a la web en el face.
Para mi sorpresa, me he dado cuenta de que el hecho de
que personas con las que no tengo contacto desde hace más de diez años más allá
del ciberespacio me hayan mostrado su apoyo, lejos de agobiarme, me está
haciendo sentir muy bien. Y lo que es más raro aún, las palabras de aliento que
me han dejado algunos desconocidos me han arropado como nunca imaginé que lo
harían.
El caso es que como no acababa de dar el paso, un día de estos en
los que la duda no me dejaba tranquila, el cosmos va y se pone pesadito y decide darme un último empujón: pongo la SER y resulta que en La Ventana un periodista al que
le han diagnosticado un tumor en el cerebro está contando que ha abierto un blog para narrar cómo se está enfrentando
al Cáncer. Decía que escribía para averiguar lo que siente.
Así que nada: iré subiendo -con la etiqueta Con C mayúscula- mis anécdotas, sentimientos, reflexiones y todo lo que me acompañe
en este viaje para el que la vida me ha dado billete en clase preferente.
Sí, vale, es un acto egoísta por aquello de que la escritura siempre ha sido un
ejercicio terapéutico. Pero también he pensado que igual puedo ayudar, aunque
solo sea un poquito, a que os deis cuenta de lo alucinante que es la vida, y de
lo triste que es, no el hecho de morirse, sino no saber vivirla. Esto último no
lo digo yo, lo dice Mario Alonso Puig en
su libro “Vivir es un Asunto Urgente”. Perdonadme, pero es que me venía al dedillo
para terminar.
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